Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial el submarino alemán más preparado y nuevo podía sumergirse solo hasta los 850 pies de profundidad, y con un rango de 385 millas de alcance sumergido y funcionando con baterías completas. Y la distancia más corta desde el océano abierto hasta el Polo Sur geográfico es de cerca de dos veces ese rango de alcance (suponiendo que la ruta entera es marítima) debajo de una milla de hielo, por lo que las posibilidades de que un submarino alemán pudiera hacer ese viaje era de muy pocas probabilidades. Por otro lado, la profundidad del Océano Ártico en el Polo Norte es cerca de cuatro veces lo que el mejor submarino alemán era capaz de soportar. Desde ya, si la tripulación estaba dispuesta a hacer solo el viaje de ida en busca de las míticas ciudades intraterrenas, entonces hipotéticamente habrían podido lograrlo sacrificando así el regreso a casa.
Hitler estaba obsesionado con lo inexplicable y el misticismo, y muchos de sus seguidores lo sabían. El Führer era también conocido por “remover” gente que sentía no podía seguirlo o que bien amenazaba a sus creencias. Es posible que los documentos presentados en este artículo sean genuinos, aunque también existe la posibilidad que hayan sido fabricados por personas interesadas solo en transmutar fantasías y obsesiones nazis a las realidades épicas.
Todo esto parece literalmente muy increíble, comparemos lo expuesto con este mapa hecho por el famoso cartógrafo y artista Heinrich C. Berann para la National Geographic Society en el año 1966, donde se observa de forma clara y concisa el continente antártico sin su característica cubierta de hielo. El intrigante detalle en el mapa es la presencia de pasajes submarinos que atraviesan casi todo el continente y, parecen convergir en la ubicación exacta que se identifica como la apertura hacia la Tierra Hueca.
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